En el año 2010 hice un paseo relámpago por New Orleans. En el recorrido por el corazón de la ciudad y con cámara en mano intenté apropiarme de todas las imágenes sugerentes que se presentaban. Como a veces pasa cuando se está concentrado en hacer las fotos, se mira pero no se observa. Estaba atenta a los edificios de clásico estilo europeo de una conquista dejada atrás, las casas de madera, las casas en general que parecían cada una pertenecer a un contexto distinto -el de sus propietarios-, las fachadas con la herrería de estilo español, el tercer paisaje que brota con tanta naturalidad de las fisuras del cemento, los grafitis, el abandono, el rastro imborrable del Katrina. Atenta a todo este escenario pero al mismo tiempo distraída, caí en cuenta de que eran recurrentes esas pegatinas rojas y blancas, dispuestas de forma ordenada en algunas fachadas, ventanas, paredes y postes que a la velocidad del paso y con la mirada tras la lente dejé atrás. Una pared, otra a la vuelta de la esquina, en la ventana de lo que fue una venta de recambios… y atención que esto se repite, ¿alguien reclama o es un mensaje?. Alguien lo había preparado para hacerlo fácil, porque dejó un rotulador a la mano para que escribieras en ese espacio en blanco bajo la frase “i wish this was”. Ésta fue una de mis primeras experiencias cercanas con una intencionada y sugestiva invitación a la participación ciudadana, o simplemente con el hacer pública una opinión.
Una foránea caminante como yo pudo por poco dejar de atender a lo esencial, yo creía estar muy concienciada con el tema local. Creemos saber lo que ocurre y creemos en ello hasta que nos sumergimos en lo que los demás nos dicen cómo es para ellos aquello que tú creías saber o aquello que tú creías que ellos querían, o aquello que tú creías que era bueno para ellos. ¿Trabalenguas, paradojas?. Supongo que es lo que ocurre con la política, con la planificación urbana y con la arquitectura cuando se proyectan desde arriba.
“I wish this was” es un proyecto artístico que explora el proceso de participación ciudadana y que trasciende lo plástico para entrar en el terreno de la valoración de la opinión de la gente que habita el lugar. ¿Qué pueden aportar los ciudadanos para que la ciudad se reconstruya según necesidades reales?. Candy Chang se preguntaba, entre otras cosas, “qué hay más allá de lo que nos ofrece la sociedad de consumo, y si es todo aquello que nos venden lo que realmente queremos o necesitamos”. Esto es más o menos lo que ocurre con la construcción del espacio público. Ella buscaba respuestas en el imaginario social, en los deseos y necesidades de las personas que viven en su ciudad. Y así llevó a cabo este proyecto de exploración social y de experimentación participativa.
What if residents had better tools to shape the future businesses in their neighborhood and beyond?
And so i thought, well there are a lot of vacant storefronts, where better ask for civic imput than on the very space that we are trying to improve…
It leads to bigger questions, like what if residents had better tools to shape and develop their neighborhoods. We are the ones who know what business we need, what things need fixing.
It’s like a love child of urban planning and Street art.
There are so many things, living in the same neighborhood, that we could actually share with each other, that would help us understand what’s going on. You know, share local information. And right now it seems kind of funny that it’s easier to reach out to the entire world, than it is to reach out to your neighborhood.
I think we need to consider whether our public spaces can be better designed, so they are not necessarily going to the highest bidder, instead they’re reflecting what’s important to our neighborhoods and to our personal well being.
La participación ciudadana es una forma de revolución
En el recorrido encontré muchas pegatinas con frases sugerentes, algunas me hicieron reír, otras ponían los pelos de punta, pero la mayoría de deseos eran obviedades que dejaban en evidencia el parco alcance de las acciones urbanísticas en estos casos. Me gustaría que esto fuera… y alguien escribió: “a Revolution”.
La participación ciudadana es una revolución, ¡Revolutio!, un cambio de tuerca, una vuelta. Vivimos en el momento bisagra que da la apertura a nuevas formas de hacer, pensar y producir. Las revoluciones tienen distintas escalas y magnitudes, su repercusión pude ser total o parcial y la implicación en la historia puede ser trascendental o anónima. En ésta empresa que llamamos participación cada quien puede opinar y pensar desde cualquier perspectiva porque todos emprendemos revoluciones de distinta forma; incluso la vida misma es un proceso revolucionario, en nuestros encuentros, aprendizajes y reflexiones, en los procedimientos y formas de hacer y actuar. En definitiva todas aquellas pequeñas acciones también importan, independientemente del bombo que se le dé o de los intereses tangentes que le acompañen. En la medida que pongamos en evidencia nuestros deseos también haremos que se materialicen. Técnicos, políticos, ciudadanos ¿qué queremos que sea la ciudad?
Revolución:
Subir la voz de los que habitan la ciudad
Construir la ciudad de acuerdo a la lógica de quienes la viven
Resistencia a la indolencia de los especuladores urbanos, de las políticas opresivas y de suma cero.
Una ciudad vivible y amable:
Espacio público, lugares para el encuentro, la recreación, el ocio, la vida…
El lugar para el desarrollo de la creatividad y la tecnología
Infraestructura sostenible
Derecho a la vivienda
Salud urbana
Gestión abierta
Desde abajo, a los lados y hacia arriba.
Tú también puedes continuar esto participando…
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