
Los tres escenarios de Sebastiano Serlio se han citado a caudales, pero según cómo se enfoque la analogía las imágenes pueden dar para mucho más ruedo. Es por eso que aparecen aquí como metáfora de las ciudades contemporáneas, porque más allá de su relación con la expresión gráfica arquitectónica, han trascendido en el tiempo y su simbolismo es capaz de encajar en cualquier referencia que consista en la crítica y reflexión sobre lo ético y lo que la realidad urbana canta. Lo metafórico alude al teatro, la ciudad como escenario donde sus elementos construyen la diatriba de la función y la forma. La obra que se desarrolla es la vida en la ciudad y no podía estar mejor retratada que en ésta serie donde lo trágico y cómico se muestran como la tensión entre lo ideal clásico y la heterogénea realidad, que componen en definitiva una sátira sempiterna. La tensión entre lo ideal y lo real es el escenario satírico que habitamos.

Desde el renacimiento -con las primeras actuaciones urbanas fuera de las antiguas murallas- la ciudad se construyó sobre la base de unas necesidades ideales, elaborándose un escenario magnífico en cuya materialidad se expresaban las intenciones de grandiosidad, poder y belleza. La amplitud de calles y bulevares que trazaban la perspectiva hacia los edificios monumentales, los jardines urbanos bucólicos y las villas imperiales, gestaron la espectacularidad que en nuestra contemporaneidad se re-produce de forma ubicua y constante. Hoy la arquitectura espectacular está a la orden del día, genera competencia, se erige en tiempo récord, está en casi cualquier ciudad que pueda permitírselo y se puede visitar en un itinerario turístico; la arquitectura y el urbanismo han pasado de ser un servicio a ser una industria, lo que manifiesta que ese escenario del renacimiento se ha actualizando de lo ideal a la enajenación.
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Este artículo fue escrito por Sabrina Gaudino para La Ciudad Viva
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